Generalmente, la bibliofilia española, se ha entendido como una actividad erudita y de culto material al libro, y ha producido sobre todo artículos y, en menor medida, estudios históricos de carácter diacrónico y monografías dedicadas a un personaje, centrada en la descripción de sus bibliotecas o de sus colecciones. Esta tradición metodológica, valiosa en su condición de estudios positivistas aportadores de datos precisos, ni plantea ni se plantea el establecer los principios teóricos en los que se sustenta un determinado coleccionismo ni cuales son los objetivos que ese coleccionismo quiere alcanzar.
En los últimos años, sin embargo, la bibliofilia regia y la nobiliaria se han convertido en un campo de estudio preferente, abordado desde la perspectiva de los estudios de la cultura escrita y de la sociología del libro y de la lectura. Cabe señalar «Orden y unidad del saber en las librerías de la alta Edad Moderna» [Bouza, Del escribano…] como un punto de partida y de inflexión en los estudios sobre bibliofilia y coleccionismo medievales y modernos. La bibliografía recoge monografías significativas en que la imprescindible reconstrucción de los catálogos de las colecciones pasa de ser la finalidad del trabajo para convertirse en expresión del entendimiento de un proceso intelectual de aculturación.
Sin embargo, en la bibliofilia contemporánea no se han operado esos cambios en los estudios y solo, de forma puntual y aislada, obras como Cánovas y Lázaro en las que ambos coleccionistas sirven como prototipos para estudiar una parte del proceso del coleccionismo finisecular español. En este sentido, basta comparar el diferente desarrollo de dos estudios pioneros, eruditos y llenos de datos: en el ámbito de la bibliofilia real y nobiliaria, el del conde de las Navas, en el de la decimonónica: Bibliofilia romántica española de Sergio Sobolevsky; la superación de una línea de investigación, valiosa pero sin ningún efecto para la compresión de fenómenos globales, solo se ha dado en el primer caso.
La laguna bibliográfica es elocuente a la hora de reflejar la estrecha relación que guarda con la falta de estudios y de atención prestada al libro, a la edición y a la lectura de la Edad Contemporánea frente a los dedicados a la Edad Media y la Moderna, y, en concreto, al Siglo de Oro. En España, y no es una excepción, el interés por la historia de la cultura escrita contemporánea es secundario frente al que suscitan periodos áulicos.
Catálogos, bibliografías y tipobibliografías –desde los incentivados por los premios de la Biblioteca Nacional y posteriormente las líneas de trabajo del CSIC a las investigaciones académicas y universitarias nacionales e internacionales del ámbito hispanista- se han concentrado en el periodo de la imprenta artesanal y, paralelamente, las investigaciones sobre el libro, la lectura, el coleccionismo se han circunscrito, mayoritariamente, a esta cronología. Todo ello constituye un evidente esfuerzo por superar el desfase español frente al movimiento bibliográfico europeo que ya a finales del siglo xix había consolidado la producción de fuentes bibliográficas básicas, capaces de sustentar las bases de las investigaciones entorno al libro.
Editoriales consagradas a materias de historia del libro y de la bibliografía, Arco Libros, Ollero y Ramos, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Trea, IHLL, entre las mas señaladas, y otras editoriales de prestigio que, de forma ocasional incluyen publicaciones sobre ellas, Marcial Pons, Abada, por ejemplo, no dedican ni una cuarta parte de sus catálogos a estudios del libro o de la cultura escrita contemporáneos.
Las historias del libro y de la lectura en España de los siglos XIX y XX, que tienen en J. F. Botrel uno de sus reconocidos alentadores, se remontan a una década. A la escasez de herramientas para la investigación –tipobibliografías y bibliografías especializadas, biografías, etc.- que sustenten una base material indispensable para estudios contrastados, se añade la dificultad de reconstruir históricamente un periodo de bibliofilia sin archivos editoriales y con escasos archivos particulares y correspondencias privadas bien inventariadas, reunidos en los depósitos públicos nacionales; el Archivo de la Edad de Plata, de la Residencia de Estudiantes, es una excepción y una magnífica iniciativa que permite trabajar sobre cultura escrita en este periodo del siglo XX, gracias a haber reunido, y puesto a disposición de la investigación a través de una base de datos y un archivo digital, las correspondencias de los diversos agentes (autores, editores, libreros, críticos). Sobre este eje, y también porque dentro del siglo XX, Edad de Plata es un privilegiado movimiento literario e intelectual, al libro y a la edición producido en este periodo se le ha dispensado una atención especial. También porque es, desde el punto de vista de la imprenta (libro, revista, plaquette, etc.), uno de los periodos mas interesantes, excepcional en la concepción y producción de impresos de bibliofilia y en el desarrollo de la imprenta privada, algo muy excepcional y minoritario en España. Subraya todo esto el hecho de que las publicaciones de este periodo fueron objeto de coleccionismo bibliófilo ya en su propio momento de producción y hoy son cotizadas piezas en el mercado anticuario. El interés sobre cultura escrita en la Edad de Plata se ha alentado a través de exposiciones bien planteadas en las que el libro ocupaba un lugar protagonista (Huidobro, Moreno Villa, por ejemplo), de obras generalistas que han contribuido difundir su importancia (como las de Andrés Trapiello) y de artículos suscitados por coyunturas de otro tipo (centenarios, etc.) Desde el punto de vista del libro, la comparación del fenómeno con el de la Generación del 98 es elocuente. A medida que se retrocede en el siglo xix, la falta de investigación sobre fenómenos generales de sociabilidad cultural y libro y lectura es mas evidente.
Este proyecto, que parte de una base documental que sustenta la materialidad del análisis, plantea una reflexión precisa sobre la importancia de establecer cuál es el ideal teórico al que responden las colecciones librarias y las publicaciones bibliófilas españolas a partir de finales del siglo xix. Para esto, uno de los problemas que estudia el proyecto es cómo reconstruir la ratio de las colecciones bibliófilas de las sociedades a partir de fuentes teóricas, de las prácticas y de las propuestas bibliográficas y de otros documentos afines coetáneos. Tanto porque en esta investigación se parte de una propuesta conceptual que considera que el entendimiento correcto de estas colecciones bibliófilas exige investigar y rehacer el espacio en el que se construyó su sentido, como porque la consideración de fuentes informativas responde a un concepto amplio, no restringido al bibliográfico, este proyecto abre la investigación sobre la bibliofilia española contemporánea hacia otras nuevas vías.
Parte de esta investigación se dirige hacia las prácticas y la circulación de «objetos» bibliófilos impresos con el objetivo de individualizar ambientes y comunidades que comparten una misma relación con el escrito bibliófilo, una aproximación alejada de la tradicional formulación basada en la historia social que ordena las condiciones culturales a través de un patrón preestablecido de reparto social.