Por Germán Masid Valiñas.
Joan Gibert Queraltó ocupa uno de los puestos más destacados entre los médicos barceloneses y españoles del siglo XX. Es el socio de más amplio historial de condecoraciones y distinciones en el campo profesional de la medicina. La lista de suscriptores de la Asociación de Bibliófilos de Barcelona recoge en 1972 ocho títulos, entre ellos varios de Francia e Italia. Fue consejero y miembro de un sinfín de sociedades médicas internacionales: Societé Française de Cardiologie (1949), Sociedad Argentina de Cardiología (1952), Deutsche Gesellschaft Kreislaufforschung (1954), Sociedad Portuguesa de Cardiología, Societè Suisse de Cardiologie, Internacional Society of Cardiology, American Heart Association, Societé Européenne de Chirurgie Cardiovasculaire. Por su condición de católico practicante, fue también miembro del Comité Médico Internacional de Lourdes.
Las distinciones y reconocimientos académicos también fueron numerosos en España: Director del Departamento de Medicina de la Universidad de Barcelona, miembro de la Real Academia de Medicina de Barcelona, académico de la Real Academia Nacional de Medicina, Presidente de Honor de la Sociedad Española de Cardiología, Presidente —de 1958 a 1966— de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña y Baleares. Al igual que sus consocios de la ABB, el diplomático Francisco Hueso Rolland y el traumatólogo Manuel Bastos Ansart, también fue condecorado con la Orden de la Mehdauia. Durante tres décadas fue el médico con mayor presencia en los medios de comunicación barceloneses. Sus idas y venidas al extranjero, la asistencia a congresos, los ciclos de conferencias y sus representaciones y cargos médicos siempre tenían reservado un espacio en la prensa de Barcelona.
Nació en 1907 en Tarrasa, del matrimonio entre María Queraltó Carles y Leonardo Gibert Raventós, acomodado propietario de un establecimiento de carnicería, que deseaba que su hijo fuese el continuador del negocio familiar. Ante la contrariedad de su padre, Juan Gibert hubo de costearse su propia carrera trabajando en los muelles de carga en la estación del ferrocarril. Tras tres años de estudio, en 1930-1931 se licenció en la Facultad de Medicina de Barcelona. Completa estudios en París, y en 1935 el ministro de Instrucción Pública, a propuesta de la Junta de Ampliación de Estudios, le concede una beca por nueve meses en Austria, con una asignación de 425 pesetas mensuales y otras 600 para viajes de ida y vuelta. Al país centroeuropeo iba con la decisión de especializarse en psiquiatría, pero se sintió más atraído por el rigor científico de la cardiología alemana. Allí aprendería el alemán, idioma que llegó a dominar correctamente, junto con el inglés, el francés y el italiano. El doctor era un consumado políglota; además de estos idiomas, que eran su vehículo de expresión en los congresos a los que acudía por todo el mundo, se expresaba concierta fluidez en árabe.
Con 36 años, en 1943, supera brillantemente las oposiciones a la Cátedra de Patología Médica de Zaragoza. Al año siguiente se traslada a Barcelona para hacerse cargo de la cátedra dejada vacante por el profesor Francesc Ferrer Solervicens. Desde entonces transcurrió su vida profesional como Catedrático de Cardiología en la Universidad de Barcelona hasta 1978, año de su jubilación.
Director de numerosas tesis desde los años cincuenta hasta los primeros ochenta, fue un destacado autor, prologuista y traductor de obras fundamentales en la ciencia médica. En la Editorial Teide, fundada por su cuñado Frederic Rahola i d’Espona, publicó una serie de volúmenes sobre diagnóstico y tratamiento de diversos síndromes.
Vivía en el número 301 de la calle Muntaner, y enfrente —en el 292— tenía su consultorio privado, que era donde estaba instalada su biblioteca. En este piso de unos 500 metros cuadrados, más de la mitad estaba dedicada a libros: además de dos salas de espera con numerosos títulos, tenía un despacho-biblioteca y una biblioteca adosada. Toda su biblioteca —incluidos los tacos de madera grabados por E. C. Ricart y por Jaume Pla— se vendió en dos fases: una parte, en torno a 1996, cuando dejó su vivienda para trasladarse a una residencia de Bañolas; y el resto, a su muerte. Tenía títulos de verdadera importancia; algunos de sus ejemplares se vendieron en más de 3.000 euros. Su fondo estaba formado principalmente por dos bloques: el mayor volumen era el representado por libros técnicos de medicina; de estos, una parte fue a parar a la biblioteca de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña y Baleares. La otra parte significativa venía a estar formada por ediciones de bibliófilo. El doctor Juan Gibert Queraltó vivía para su profesión y para los libros. En su casa siempre eran bien recibidos los corredores de libros de bibliófilo de la época.
En el mes de enero comenzaba ya su peregrinar en busca de libros de medicina para reproducir en sus felicitaciones. Era todo un acontecimiento familiar que el bibliófilo llevaba con cierto sigilo. Sus ediciones navideñas, que suponían una importante inversión, son de las más originales de esos años. Siempre con xilografías de su ilustrador preferido, y amigo, Enric C. Ricart. Impresas todas por Oliva de Vilanova, tenían siempre el mismo diseño: portada con una xilografía de tema navideño coloreada a mano, la reproducción de la portada de un libro de medicina y su exlibris, uno de los más bellos entre los firmados por E. C. Ricart, con el lema en latín “Fractis Obicibus Opus Exigo”. Entre 1964 y 1972 el autor de la xilografía de la portada era Jaume Pla. El diseñador Víctor Oliva Pascuet, descendiente del conocido impresor, lo visitó, ya muy anciano, en su casa de la calle Muntaner donde conservaba las maderas grabadas por los dos ilustradores más representativos y valorados por los bibliófilos de la época. Todas sus felicitaciones contenían muestras de bibliografía médica, obras generalmente españolas de los siglos XVI, XVII y XVIII. Eran impresos que destacaban por el contenido del texto, elaborado por el bibliófilo, que incluían una breve semblanza biográfica del autor y una reseña sobre el valor y significado de la obra. Para este bibliófilo sus felicitaciones no eran un simple intercambio de uso social, sino que pretendía dotarlas de una cierta proyección científica, como también parece demostrar el hecho de que las de los últimos años llevaran registrado el depósito legal. Fue el socio más fiel en la difusión de estas felicitaciones desde 1947 hasta 1981.
En la librería “Novecientos”, de Isidro Pí Caparrós, se vendieron algunas de las ediciones de bibliófilo de su biblioteca. Eran ejemplares de los primeros números. La ilustradora Marta Ribas siempre reservaba para él los ejemplares de artista. El de Carmen (Orbis, 1945) era el número XVI, perteneciente a la serie de cinco destinados a la artista, y contenía un dibujo original a todo color, no citado en la justificación de la tirada y no reproducido en la serie de aguafuertes. El ejemplar lleva dedicatoria autógrafa de la ilustradora. El pobrecito hablador (Montaner y Simón, 1945) era el ejemplar “P”, de los veinte reservados a la ilustradora, con varias series de grabados y dos dibujos originales, uno no reproducido en la serie de aguafuertes. Llevaba la mención de “Impreso especialmente para el Dr. Don Juan Gibert Queraltó”.
En la década de los treinta conoció, en el restaurante “Oro del Rhin”, a la que sería su esposa, Adela Rahola i d’Espona —proveniente de una familia de abolengo de Vic—, hija de Baudilio Rahola i Llorens y familia del político catalán Pedro Rahola i Molinas, ministro en 1935 por los gobiernos de Joaquín Chapaprieta y Portela Valladares. Fueron padres de Jordi, con quien el médico y bibliófilo compartió toda su vida, y Juan, que siguió los pasos de su padre en el mundo de la medicina. Con treinta y tres años, catedrático de Farmacología en la Universidad de Cádiz. También políglota, ponente en incontables congresos médicos y autor de numerosos trabajos de investigación.
Persona eminentemente cartesiana en su comportamiento personal y profesional, exigente consigo mismo y orgulloso de sus orígenes familiares, que nunca ocultó, el profesor Joan Gibert Queraltó —a quien su discípulo Josep G. Llauradó retrata como un hombre de extraordinaria elegancia por su presencia física, optimista, jovial y afable— falleció en Bañolas en 1998, recién cumplidos los noventa años. Fue suscriptor de Bibliófilos Sevillanos, Selecciones Bibliófilas, Edicions Calíope y de la colección “Rosa Vera”. Juanto a otros bibliófilos ―Miguel Mateu, Mercedes Salisachs o Gustavo Gili, entre otros― perteneció al Patronato de los Amigos de la Cultura y del Libro, entidad creada en 1959 para promocionar los valores de la lectura, sobre todo entre los jóvenes, fuera de los círculos de la bibliofilia. Con el número 97, estuvo vinculado de por vida a la asociación, siendo uno de los miembros cuyo periodo de suscripción fue más dilatado: cuarenta y dos años, desde el 11 de julio de 1944 hasta el 4 de diciembre de 1985. Le sucedió John L. Gili, y en la actualidad dicho número de suscripción (97.3.) está en propiedad de Eliseu Trenc Ballester.
Fuentes y bibliografía:
- Conversaciones con Juan Gibert Rahola.
- Conversaciones con Francesc Puig Fernández, responsable de la valoración y venta de la biblioteca del bibliófilo.
- Referencias hemerográficas de La Vanguardia.
- Enciclopedia biográfica española. Barcelona, J. M. Massó, 1958.
- Llauradó, Josep G.: “Al centenari del naixement del profesor Joan Gibert Queraltó, 1907-1998”. Gimbernat: revista catalana d’història de la medicina y de la ciencia, 2007, vol. 48, núm. 2, p. 113-125.
- Puig Rovira, Francesc X.: “Els membres de l’Associació de Bibliòfils de Barcelona. Relació històrica”, Anuario de la Asociación de Bibliófilos de Barcelona. 2009-2010. Barcelona, 2011.
- Torner Soler, Miguel: “Profesor Juan Gibert Queraltó”. Revista Española de Cardiología. Vol. 52. Enero 1999.
- Ex libris de Joan Gibert Queraltó [Base de datos de ex libris y marcas de procedencia de la Real Biblioteca]