a tipografía es el elemento más característico de los incunables. Es un rasgo distintivo que identifica una edición: ante un impreso sin colofón (ausente al menos un tercio de la producción total) el estudio de la letrería permite datarlo e, incluso, atribuirlo a un taller concreto.
Ludwig Hain en su Repertorium bibliographicum (1826-1838) estableció las bases para la catalogación de incunables. Frente a la costumbre de dar un título ficticio a los incunables, que solía ser el que la obra llevara en ediciones posteriores, propuso transcribir fielmente las primeras y últimas líneas (íncipit y explicit), de esta manera identificaba cada incunable de forma inequívoca; y junto al título y los datos de impresión (si faltaban lo señalaba en nota) añadía una serie de notas de forma abreviada en las que indicaba el formato, el número de líneas por página, la presencia de signaturas, de registro, de xilografías, etc. En cuanto a la tipografía indicaba si se trataba de caracteres góticos o romanos. Con esto podía identificarse una edición incunable pero no existía un método de identificación de la tipografía utilizada por lo que la vinculación con un taller concreto, ante un ejemplar sin datos de imprenta, derivaba del criterio del catalogador.
Con anterioridad a Hain, se publicaron repertorios con reproducciones de alfabetos tipográficos pero por lo general primaba el estudio literario más que el técnico. A finales del s. XIX se produjo un importante cambio promovido por Robert Proctor. Este estudioso, siguiendo a Henry Bradshaw que en diversas publicaciones había señalado la necesidad de sustituir el criterio de ordenación alfabética de Hain por criterios geográficos y cronológicos tal y como ya los usaban Panzer y Holtrop, y de seguir un método de descripción de tipos que los identificara de una forma exacta, publicó la primera parte del Index of the early printed books in the British Museum and in the Bodleian library in Oxford según este método. En su catálogo describía la tipografía usada dando la medida de veinte líneas de texto (medidas desde la base de la primera línea hasta la parte superior de la última sin tener en cuenta los trazos descendentes y ascendentes) y una breve descripción de la forma de los tipos remitiendo normalmente a otros que tenía presentes en la colección. El método de Proctor presentaba dos inconvenientes: la medición no servía para textos inferiores a veinte líneas y se recurría nuevamente a un criterio subjetivo al hablar de similitud entre tipos. El primer error lo subsanó él mismo en los suplementos a su catálogo tomando la medida desde la base de la primera línea hasta la base de la línea veintiuna. El segundo problema lo resolvió Konrad Haebler en su Typenrepertorium der Wiegendrucke: para la forma y diseño del tipo, Haebler limitó el método comparativo a las letras que presentan más variantes, la M mayúscula para los tipos góticos y la Q mayúscula para los romanos. Para facilitar la aplicación del método, incluyó un muestrario de tipos de M, de tipos de Q y de algunos otros signos distintivos y letras xilográficas.
Según el método Proctor-Haebler, la consignación de los tipos sigue esta pauta: R (redonda) o G (gótica) y la medida de las veinte líneas expresada en milímetros (aproximados pues el papel, la humedad, etc. condiciona la medición); y se identifica el tipo de M o Q utilizados (Haebler recogió casi cuatro mil alfabetos tipográficos)
Sin embargo, la fiabilidad de este método a la hora de identificar el impresor de un incunable es parcial dado que el trasvase de cajas tipográficas entre talleres hace que distintos impresores hayan podido usar los mismos tipos en distintos lugares, sobre todo a partir de 1470. Las tipografías podían venderse, heredarse o pertenecer a un editor que trabajara con distintos impresores.
Esta edición de Rhodie obsidionis descriptio de Guillaume Caoursin (RB I/145-2) se creyó impresa en Barcelona por Juan de Salzsburgo y Pablo Hurus (GW 6008), cuando en realidad, Hurus ya estaba establecido en Zaragoza desde 1476 adonde había llevado los tipos de romana que ya usara con Salzsburgo.
Se conserva un estado de esta edición con variante en la última hoja que confirma este hecho. Vindel (IV, 9) reproduce los dos colofones. El conservado en la Real Biblioteca se imprimió primero; el ejemplar de la Biblioteca Vaticana verifica que, una vez impresos varios ejemplares, se detectaron dos erratas y se corrigieron sobre la marcha: una de puntuación, en la línea 5 y otra en la línea 7, donde se sustituye eis por ei[us]. Más decisiva es la supresión de la palabra pridie por Cesarauguste, para dejar constancia del lugar de impresión.