El Atlas Lafreri de la RB y los volúmenes con las representaciones de Camocio, Gastaldi y otros italianos, a buen seguro procedan a su vez de la librería del cardenal Granvelle (1517-1586) pues hay cartografía manuscrita en la RB, trazas de fortificaciones [MAP/416], que indubitablemente procede del canciller de Carlos V y Felipe II y que contiene planos de Gastaldi y otros italianos.

Este atlas es el primero considerado por los estudiosos como con portada propia y se realizó entre 1550 y 1572. La mayoría de las representaciones se imprimieron en Roma pero hay de Venecia. La portada, atribuida a Etienne Dupérac desde 1970, tiene un frontispicio con frontón partido, con el Atlante soportando la bola del mundo al centro y a los lados figuras de la Antigüedad con instrumentos cartográficos. Al pie hay dos figuras de pie, en pedestal, probablemente Ptolomeo y Salomón. Se creyó que la palabra “Atlas” procedía del ser mitológico, pero el origen de la figura no es tal, sino por un rey de la cordillera norteafricana del Atlas, astrólogo, según explica el propio Gerard Mercator en la introducción de su Atlas en la edición de 1602, de ahí tenerlos en alto los brazos abrazando el globo terráqueo.

Es notorio el avance cartográfico en las representaciones con respecto a las ediciones ptolemaicas, dado el conocimiento directo de la topografía por los descubrimientos y exploraciones por el mundo en esas décadas previas, especialmente americanas y sobre todo ya a esas alturas de siglo. La obra de Lafreri es el ápice de la escuela cartográfica italiana pues el eje de la cartografía en su producción impresa pasa en los años 70/80 del XVI a los Países Bajos con Gerard Mercator y Abraham Ortelius. Les siguió Jodocus Hondius, perfeccionando la obra de Mercator, pero éste logró trasladar el eje productivo a las Provincias Unidas, a tierras holandesas, debido a la guerra de religión de la Corona hispana y los protestantes flamencos, que afectó muy negativamente a la economía de Amberes, foco inicial de la cartografía en el área. Pasaría a Amsterdam y también a Leiden, habiendo en ambas ciudades verdadera industria tipográfica adecuada para los grandes atlas del siglo XVII, que requerían fuerte capital de financiación por su magnificiente puesta en página.

Paralelamente a los atlas impresos que se fueron consolidando en su difusión a lo largo de la segunda mitad del XVI, y que se irían perfeccionando por cartógrafos posteriores a los italianos, los referidos Mercator, Ortelius y Hondius, se siguieron ejecutando piezas manuscritas. Eran muy del ámbito mediterráneo, los llamados portulanos, donde ser recogía topografía costera con detalle, primeramente de puertos -de ahí el nombre-, pues eran cartas naúticas de navegación. En ellos destacaron en la Monarquía hispana los realizados por cartógrafos mallorquines, que enlazaban con la tradición náutica mediterránea de la Corona de Aragón, si bien a esas alturas ya recogían el continente americano. La RB tiene una pieza notable de estos atlas náuticos procedente asimismo de la biblioteca del conde de Gondomar.