Dos manuscritos de la Real Biblioteca en la exposición "Agustín de Betancourt (1758-1824)" de la Biblioteca Nacional

Se conmemora el bicentenario de la muerte de Agustín de Betancourt, científico, inventor e ingeniero civil al servicio de la corona española y del zar de Rusia. Con tal motivo, la Biblioteca Nacional ofrece una exposición que repasa las aportaciones decisivas del que fuera el fundador de la primera Escuela de Caminos y Canales que tuvo España. Dos de las obras expuestas proceden de la Real Biblioteca. Ambas son consecuencia de un fecundo periodo en la vida de Betancourt, el que abarca desde 1784 hasta el verano de 1791, unos años de formación en Francia que incluyeron un viaje decisivo a Inglaterra en 1788. Durante su estancia en París dirigió a un grupo de pensionados españoles que lograron reunir la mejor colección de memorias, documentos, planos y maquetas relacionados con la ingeniería civil en Europa. Esa variada colección constituiría el fundamento del Real Gabinete de Máquinas, instalado en el palacio del Buen Retiro, el primer museo español dedicado a la ciencia.


La exposición repasa las extraordinarias aportaciones de Betancourt a la ingeniería civil desde sus primeros pasos, auspiciados por el conde de Floridablanca, hasta su muerte en San Petersburgo el 14 de julio de 1824. La muestra documenta la sólida trayectoria técnica de este canario cosmopolita que llegó a ser uno de los principales ingenieros e inventores de la Ilustración europea. El espacio dedicado a su figura, la sala Recoletos de la Biblioteca Nacional, recrea el ambiente de un grandioso taller en el que se reúnen maquetas y reproducciones de los inventos más notables del ingeniero y se ofrecen explicaciones precisas sobre la trascendencia de sus aportaciones al progreso de la tecnología. El recurso a varias pantallas en alta definición permite recrear el funcionamiento de no pocas máquinas ideadas por Betancourt a través de animaciones didácticas y satisfacer la curiosidad del visitante, que las verá puestas en marcha ante sus ojos. 
 

https://www.bne.es/es/agenda/agustin-betancourt-ingeniero-cosmopolita

 

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BETANCOURT: LA CONSTRUCCIÓN DE CANALES Y EL COMERCIO INTERIOR


Reflexiones sobre los medios de facilitar el comercio interior (1791).


Una de las obras prestadas por Patrimonio Nacional a esta exposición documenta el temprano interés de Betancourt por la ingeniería hidráulica. Firmada en París en julio de 1791 y escrita en colaboración con Juan López de Peñalver, las Reflexiones sobre los medios de facilitar el comercio interior (RB II/2869 f. 145r-167r) son un informe dirigido al conde de Floridablanca. La obra es el fruto maduro de un deslumbramiento que derivaría también en un texto, pero escrito con más urgencia: De camino a París en abril de 1784 para una estancia de ampliación de estudios, Betancourt y su compañero de viaje, el marqués de Villanueva del Prado, se detuvieron a contemplar las obras del Canal de Aragón. El asombro que les produjo el escenario donde se desarrollaba el trabajo de ingeniería hidráulica más ambicioso que podía verse entonces en España, les llevó a redactar un informe a su llegada a París en el que dejaron constancia de las impresiones que el formidable proyecto les suscitaba. Tanto influiría en el destino profesional de Betancourt aquella experiencia, que su formación en París, prevista en el campo de la minería, acabó orientándose hacia la ciencia hidráulica.

 

Plano del Canal de Aragón por Ángel Casero, c. 1910 (II/3949)
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Cuando en 1791 Betancourt dirige al conde de Floridablanca sus Reflexiones sobre los medios de facilitar el comercio interior, redactadas en París siete años después de su llegada, el ingeniero acumulaba ya una notable experiencia en el ramo de las navegaciones interiores que habían empezado a interesarle vivamente en la ida. Se había informado sobre los planes de construcción de canales en Francia, donde residía, pero también de los que se hacían en Prusia, Holanda e Italia. Por otra parte, los años de formación en París le permitieron apreciar el funcionamiento de una administración eficaz que daba salida, mediante grandes proyectos de obra pública, al talento de los ingenieros y a las innovaciones derivadas de sus estudios. Betancourt soñó entonces con la posibilidad de aplicar en España esas maneras y un viaje por Inglaterra, donde conoció una ingeniería eminentemente práctica basada en la experimentación y en contacto estrecho con los materiales de construcción y la industria, le llevó a afinar sus percepciones y a concebir un modo de diseñar los canales y las redes de comercio vinculadas con ellos que en ningún país alcanzaba la solvencia con la que se ejercía en Inglaterra.


Las Reflexiones sobre los medios de facilitar el comercio interior son la expresión de ese nuevo arbitrio de inspiración inglesa. Las últimas páginas del informe incluyen también una propuesta didáctica para afianzar la competencia de quienes diseñan las obras garantizando su formación: “Convendría establecer la enseñanza de la Mecánica y la Hidráulica con sus aplicaciones a la práctica de la delineación y los cortes de piedras y enmaderaciones, cuya instrucción hace suma falta en España” (II/2869, f. 165r).
 

Portada de las Reflexiones... (II/2869)
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Los acontecimientos históricos malograrían los propósitos de Betancourt. La caída de Floridablanca y el encumbramiento de Godoy impidieron que la escuela que proponía en su informe llegara a crearse.


La copia de la Real Biblioteca expuesta en la Nacional forma parte de un volumen facticio perteneciente a la Miscelánea de Manuel José de Ayala (RB II/2816-2901), uno en el que se reunieron numerosos papeles vinculados con obras de ingeniería, propuestas de industria y proyectos de comercio en Europa y América.

BETANCOURT Y EL VAPOR: ESPIONAJE INDUSTRIAL PARA LA FÁBRICA DE CAÑONES


Descripción del establecimiento de Yndrid (1791)


Una estancia de Betancourt en Londres entre noviembre y diciembre de 1788, a costa de la corona española y de los hermanos Périer, empresarios parisinos, sigue siendo una cuestión polémica hoy en día porque implica una evaluación ética de su experiencia. Aquellos días ingleses vinieron acompañados de una oportunidad excepcional: hicieron coincidir al ingeniero con la novedad de un invento revolucionario del que no se tenía noticia precisa –sí rumores y especulaciones– en el continente. La primicia correspondía a la invención, por parte de James Watt y Matthew Boulton, de la máquina de vapor de doble efecto, un ingenio que podía revolucionar la industria y cuya apelación contemporánea, “motor universal”, no oculta la esperanza que alentaba su valía. A Betancourt no se le permitió ver aquel adelanto, instalado ya en la fábrica que la compañía inglesa Boulton & Watt operaba en las cercanías de Birmingham, pero don Agustín se las arregló para entrar en las dependencias de Albion Mills (Londres), un molino donde se había instalado otro dispositivo del mismo tipo. Observó su funcionamiento a escondidas durante unos minutos, con el inconveniente estorbo de una carcasa que protegía la maquinaria. Su acecho bastó, sin embargo, para que comprendiera el mecanismo que hacía distinto y mejor a aquel ingenio. Era la noche previa a su salida de Londres.

 

Máquina de vapor de doble efecto (RB VIII/2761)


 

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De regreso a Francia, fiado de su competencia mecánica y de sus recuerdos nocturnos expresados en unos dibujos, logró diseñar un prototipo para construir la primera máquina de vapor de doble efecto en el continente. Los hermanos Périer no perdieron un minuto en comercializarla y el estupor del consorcio Boulton & Watt ante aquella deriva vertiginosa de los acontecimientos hubo de igualar a la euforia con la que habían creído sellar el secreto de su invento. La maqueta del artefacto recreado por Betancourt acabó engrosando la colección destinada al Real Gabinete de Máquinas que se instaló en 1791 en dependencias del palacio del Buen Retiro.


El éxito de la incursión inglesa de Betancourt unido a la cualificada formación científica que había llegado a adquirir, le valió la confianza de la administración francesa para intervenir en la fábrica de cañones que se había instalado en Yndrid, la factoría más moderna del país. En aquella sede puso a disposición de Delamotte todo el caudal de sus averiguaciones, incluida la relativa a la máquina de vapor de doble efecto inventada en Inglaterra, cuyas ventajas se aplicaron la construcción de cañones en la fábrica. De esta experiencia en Yndrid deriva la memoria que Betancourt presentó a la Marina española en 1791, un documento ilustrado con unas acuarelas soberbias y con descripciones detalladas de las instalaciones. 


Coincidente en su gestación con las Reflexiones que dedicó al comercio interior y la construcción de canales, la Descripción del establecimiento de Yndrid (RB IX/M/97) es una extraordinaria obra visual que afirmó el prestigio del ingeniero canario y el crédito que la administración francesa había depositado en su competencia como ingeniero. La memoria sobre la fundición de Yndrid sería el último trabajo de Betancourt durante su fértil periodo de formación en Francia.


 

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Agustín de Betancourt en la Real Biblioteca


La Real Biblioteca conserva otras dos obras, un manuscrito y un impreso, muy representativas de la labor del ingeniero en sus años de formación en París. 

Catálogo de la colección de Modelos, Planos y Manuscritos que de orden del Primer Secretario de Estado ha recogido en Francia don Agustín de Betancourt y Molina. RB II/823



 

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Se trata del primer catálogo de la colección del Real Gabinete de Máquinas, firmado por Betancourt el mismo día que se abría al público, el uno de abril de 1792 (f. 68v). Dos años más tarde, y teniendo este documento como base, Juan López de Peñalver, amigo y colaborador de Betancourt, publicó el Catálogo del Real Gabinete de Máquinas en la imprenta de Benito Cano. En la Real Biblioteca el ejemplar correspondiente a esta primera edición, que organiza sus contenidos de manera distinta a la del manuscrito, tiene por signatura III/217

 

Portada del Catálogo del Real Gabinete de Máquinas (RB III/217)
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Mémoire sur la force expansive de la vapeur de l’eau, Paris, chez Laurent, [ca. 1790]. – RB VIII/7686 

 

 

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Esta publicación le sirvió a Betancourt para completar con aspectos de teoría física lo relativo a la parte mecánica que había expuesto un año antes en la Mémoire sur une machine a vapeur a double effect, publicada por la Académie, un ensayo que le valdría la entrada en el exigente elenco de la comunidad científica francesa.


Ambas memorias son testimonio de un fenómeno muy característico de la Ilustración: el tráfico internacional de saberes y conocimientos científicos y técnicos. La difusión de inventos mediante las publicaciones de las academias nacionales en las últimas décadas del s. XVIII, resultó una manera autorizada de difundir la revolución industrial por Europa y América del Norte. Agustín de Betancourt, un ingeniero que a la condición de sabio añadía la de eficiente hombre de acción, fue un referente, y no el menos prestigioso, en esa red internacional de intercambio y difusión de experiencias científicas que iría poniendo los cimientos de la moderna sociedad industrial.