Donde se cuentan algunos aspectos menos conocidos de la Colección Cervantina de la Real Biblioteca

En 2024 queremos celebrar el Día del Libro resaltando algunos detalles no tan conocidos de la Colección Cervantina de la Real Biblioteca, que incluye ediciones de todas las obras de Miguel de Cervantes, junto con estudios y ensayos acerca de él y sus creaciones. Vamos a acompañar al autor y a sus personajes más conocidos, Quijote y Sancho, a través de una de las artes, en la que, además, la Real Biblioteca sobresale como ninguna otra. Se trata, por supuesto, de la encuadernación.

Para ello, hemos hecho un repaso a las tapas de las distintas ediciones y hemos encontrado algunas cubiertas, y también guardas, que merecen la pena darse a conocer. Lamentablemente, son muy pocas las encuadernaciones artesanales, hechas a mano, tan propias y características de nuestros obras. Abundan más las industriales o editoriales, que inician su actividad en el siglo 19. Haremos un repaso por algunas de ellas.

Al tratarse de la colección de los monarcas, tenemos constancia que muchos de estos ejemplares les fueron regalados por sus traductores, editores, ilustradores, también admiradores, amigos, familiares, así como representantes diplomáticos acreditados en España. Algunos de estos volúmenes son únicos pues al incorporar exlibris y anotaciones se convierten en ejemplares originales per se. 

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Donde se trata de la iconografía del autor

Aunque en las cubiertas destacan las imágenes de don Quijote, con sus claros elementos identificativos, montado en Rocinante, armadura, lanza y casco, encontramos ejemplos de su creador, don Miguel, en las obras centradas en estudios sobre su vida y producción. Efectivamente, lo normal es que las imágenes que aparecen en las tapas sean de los protagonistas, pero en otras ocasiones se da prioridad al autor, ignorando otras posibilidades.

Esta iconografía se puede enmarcar dentro de lo que se denomina encuadernación historicista, que trata de combinar el contenido del libro con los motivos decorativos de las tapas y resto de encuadernación.

  • Entre los años 1875 y 1876 se imprimió en Barcelona una edición en folio en dos volúmenes, [I/H/CERV/107], con grabados de Doré, que presenta una encuadernación industrial típica, gofrada con planchas en dorado. Incluye en su cubierta una imagen en la que, si la examinamos con detenimiento, descubrimos una figura sentada ante una mesa delante de una librería, con una pluma en su mano derecha y la mano izquierda escondida debajo del escritorio. Todos estos indicios nos llevan a pensar que se trata del autor. Es una variante de la representación más conocida del escritor

 

  • El resto de los ejemplos que vemos son asimismo encuadernaciones industriales, muchas de ellas con tapa rústica incorporando una imagen de Cervantes. En general, se ha adoptado por presentar la efigie al estilo del retrato supuestamente realizado por Juan de Jáuregui en 1600, cuyo cuadro cuelga en la Real Academia de la Lengua. Imagen austera que presenta el busto de un personaje con ropaje oscuro, gola, rostro delgado, alargado, frente despejada y recia nariz, barba puntiaguda y bigote ya canosos, con una leve inclinación hacia la derecha. 

 

  • En este apartado, queremos señalar especialmente la edición de 1916, Apuntes cervantinos, que reproduce en su tapa anterior el retrato que apareció en la magnífica edición en español de Londres, en 1738, realizada por la casa editorial Tonson y encargado al dibujante inglés William Kent. Esta representación se popularizó desde entonces y se ha tomado prestada en infinidad de ocasiones.
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La firma de Cervantes también ha sido tomada como un elemento recurrente de decoración en las cubiertas de muchas de sus obras, especialmente las que incluyen sus obras completas. Mostramos un ejemplo sobresaliente que contiene la traducción al euskera de Don Quijote. Además, viste unas guardas inéditas, con colores vivos y expresivos que reproducen una escena de esta historia. Las mostramos un poco más adelante.

Cubiertas reproduciendo la firma de Cervantes. Signatura: XIX-10590

 

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Que trata de cosas tocantes a imágenes de don Quijote, Rocinante, y Sancho 

La colección de Quijotes en la Real Biblioteca alcanza un centenar de ediciones, desde la primera, en 1605, hasta la actualidad. Están representadas una gran diversidad de posibilidades:

  • traducciones a más de veinte idiomas
  • ilustrados bajo una diversidad de técnicas, dibujos, grabados, xilografías y de tendencias artísticas modernas. De hecho, es relevante que todos los artistas que se precian, de fama universal, y no tanta, han representado las andanzas del caballero de la triste figura y su inseparable compañero Sancho, con ilustraciones que acompañan dichas ilustraciones al texto original. 
  • selecciones, compendios, adaptaciones para niños, 
  • músicas, óperas, 
  • exposiciones, homenajes, exlibris, etc.

 

En las cubiertas, no solo don Quijote, también hay cabida para su eterno compañero Sancho y el tercer gran protagonista de la historia, Rocinante, unido por siempre a su amo en busca de aventuras.

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Siglo XIX

En esta época hay encuadernaciones artesanales, a mano, aunque no abundan.

  • El primer ejemplo nos lleva a París donde encontramos dos ediciones en español, relacionadas, que merecen la pena comentarse. En 1827 se imprimió una edición del Quijote, en un solo volumen, calificada como “miniatura” por su tamaño (13 cm) y en 1832 se llevaba a cabo una segunda edición con las mismas características, pero esta vez en dos volúmenes. Las dos ediciones cubren sus tapas con imágenes relacionadas con la historia de nuestro caballero, hechas por el mismo encuadernador, Simier, aunque el resultado que se aprecia es diferente.

Ambas comparten una encuadernación estilo catedral. En este caso, el objetivo es copiar la portada de la obra impresa, que incluye detalles difíciles de reproducir en piel.

A primera vista, en el ejemplar de la edición de 1827 lo que se aprecia a primera vista, fácilmente reconocible, es la imagen en dorado colocada en el centro de la cubierta. Se trata del busto de un caballero con casco, dos lanzas y escudo. Por el contrario, se distingue con más dificultad el resto de la encuadernación, en seco y cuya piel no ayude a la identificación de la imagen representada por ser de color marrón oscuro. A duras penas se adivina el dibujo que no es otro que el de la portada impresa.

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Este mismo ejercicio de realizar una encuadernación estilo catedral se reproduce en la segunda edición, la de 1832. El resultado está algo más logrado pues se aprecia mejor. En este caso no hay ninguna figura dorada en el centro, que es reemplazado por un yelmo que se apoya en el escudo heráldico del editor. También contribuye el color del tafilete, en este caso, rojo.

La encuadernación se completa en el lomo que, incluye entre los nervios, esta vez en dorado, el título de la obra y un molino de viento en la parte central, alusión directa a una de las aventuras más famosas del caballero andante.

En la parte baja del lomo de ambas ediciones aparece la firma del encuadernador: “Simier R, du Roi”, aludiendo al oficio en francés como encuadernador del rey. De René Simier (1772-1843) se sabe que tenía su taller en París, en la Rue St. Honoré, nº 152. Se dice que hizo evolucionar la encuadernación tanto técnica como estéticamente, asegurando una transición entre el estilo neoclásico y el romántico. Se conocen otros ejemplares suyos con el mismo tipo de encuadernación.

  • Una edición de 1863, de Argamasilla de Alba, en cuatro volúmenes y con un tamaño pequeño, también cubre sus cubiertas con imágenes que aluden al contenido de sus páginas, encuadernación parlante.

 

En la tapa anterior, en dorado, aparece una representación clásica de Don Quijote, esta vez de espalda, montado en Rocinante, con armadura completa, casco, lanza en ristre y, al fondo de la escena, hacia la derecha en una perspectiva más pequeña, un molino que parece ser el destino hacia el que se dirige. En la tapa posterior, Sancho de rodillas, probablemente rezando; en el lomo indicación del autor y título en dorado. El resultado es una apariencia sobria y elegante que refleja perfectamente el contenido de la obra. No se sabe quién es el encuadernador.

Cubiertas de la edición de Argamasilla de Alba, 1863. Signatura: INF/3902

 

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  • Termina el siglo XIX con dos ediciones interesantes. Una con don Quijote a lomos de Rocinante. Y otra, un  ejemplar, presentado a la reina en julio de 1899, con una cubierta editorial en pergamino con el rostro ya conocido de Cervantes en la parte inferior y el título que cubre toda la tapa. En esta última no hay rastro de sus personajes.
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Siglo 20

Al principio del siglo XX, se encuentran fundamentalmente encuadernaciones tipo editorial. 
 

  • Sin embargo, destaca a principios de siglo la aparición de una encuadernación sobresaliente. Incluye en la tapa anterior una figura rotunda y majestuosa de Don Quijote. Se nos muestra cubriendo prácticamente toda la superficie, montado en Rocinante, mirando al frente, con armadura, casco y lanza. El rostro de Don Quijote se muestra sereno y decidido pareciendo que el ánimo está decidido a iniciar y/o continuar sus aventuras. La figura se completa con una orla modernista, lo que lo relaciona directamente con el estilo Art Nouveau, y la punta de la lanza termina en el nombre del caballero, que da título a la obra
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  • En el campo de la encuadernación las guardas ocupan un lugar privilegiado. Un ejemplo destacable en este campo que estamos estudiando se encuentra en unas guardas fantásticas con motivos quijotesco y de colores muy sugerentes.  Este ejemplar se nos presenta como una pieza sobresaliente. Es la traducción al euskera y completa el ejemplar que hemos comentado previamente que ha reproducido la firma de Cervantes en su tapa anterior. 
Guardas de la edición en euskera. Signatura: XIX/10590

 

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  • La figura del caballero es tan conocida que solo la reproducción de su figura basta para reconocer al instante el personaje, aunque no haya texto o esté en lenguas menos conocidas que acompañen el dibujo. 
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Donde se finaliza esta noticia con una obra especial de los compañeros de la Escuela Taller de Patrimonio Nacional.

No podemos terminar este recorrido sin incluir una obra notable, realizada en el Taller de Encuadernación de Patrimonio Nacional. Se trata de una gran caja con dos cajones que contiene material variado con motivo del centenario, en 2005, de la salida de la imprenta. De esta manera, nuestros compañeros se unen por derecho propio a todos los grandes de la encuadernación.

 

Trabajo del Taller de Encuadernación de Patrimonio Nacional.
Trabajo del Taller de Encuadernación de Patrimonio Nacional.