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San Isidro Labrador y la Real Biblioteca

 

Cada mayo, Madrid se prepara para recordar y celebrar a su santo patrón, San Isidro Labrador. Días de fe, romerías, música, chulapos, rosquillas y celebración. La Real Biblioteca también se une a estas fiestas mostrando algunos de los documentos que custodia sobre este santo madrileño.

Vida y documentos

Las primeras noticias escritas de la vida y milagros de San Isidro, (c.1082–1172), las hallamos ya desde el siglo XIII y desde entonces esta figura se encuentra, no sólo en el imaginario colectivo, sino también en multitud de fuentes documentales.

Se sabe que era labrador cuando la villa de Madrid y sus alrededores se asentaban en la taifa de Toledo, perteneciendo Isidro, con mucha probabilidad, a la comunidad mozárabe. Alfonso VI asedió la capital en 1085, poco después de nacer el santo, y este territorio pasó de nuevo a manos cristianas. Entre la profusa documentación presente en la Real Biblioteca destacamos:

En Vida y milagros del glorioso S. Isidro el Labrador… por Iuan Diacono y adiciones del padre Jaime Bleda, de los dominicos (Sig. MD/C/263), se encuentra una narración hagiográfica que se remonta al primer códice donde se recoge su vida. La fama de este santo ha sido tan extensa que, con frecuencia, aparecen nuevos impresos de su vida, como en este caso, cuyo ejemplar data de 1622 y que se custodia en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.

 

Una de las obras más conocidas sobre el santo la encontramos en Corona de cortesanos y lauro de labradores… (Sig. VIII/11325), donde el padre Nicolás José de la Cruz da una profusión de detalles sobre la vida y los milagros atribuidos a San Isidro, acompañado por apostillas marginales y escasos, pero hermosos, grabados xilográficos. Todo ello contenido en una encuadernación de tafilete burdeos y superlibros real de Felipe V.

 

Más cercano a nuestro tiempo es El libro del tercer centenario de la canonización de San Isidro (1622-1922), con una breve perspectiva general de la vida del santo y el culto recibido por varios estratos sociales, aunque lo más interesante es la recopilación de obra literaria. (Sig.: VI/B/470)

 

Pero, sin duda, hay dos ejemplares sobre la vida del santo que tienen un carácter especial: cada uno fue dedicado y, además, perteneció a un miembro de la familia real, como se observa en las cubiertas de su encuadernación.

En primer lugar el ejemplar custodiado en la Real Biblioteca de la Vida de San Isidro Labrador de Mullé de la Cerda es un volumen dedicado a Isabel II, siendo infanta. A lo largo de él, entre el muaré crema de sus cubiertas y los cortes dorados, nos encontramos con bellas ilustraciones que ayudaron a la futura reina a familiarizarse con el patrón madrileño.

 

Por otra parte, en 1867 Francisco Robello y Vasconi dedicó al infante Alfonso, futuro Alfonso XII, una composición sobre el santo, con la particularidad de tratarse de un conjunto manuscrito en ocho cantos, narrando la vida de Isidro en verso. (Sig. CS2/MS111)

 

No sería acertado dejar pasar la ocasión de mencionar a la esposa de nuestro protagonista, Santa María de la Cabeza. Sin duda, la biografía de esta santa en una preciosa encuadernación italiana del siglo XVIII en estilo rococó con superlibros de Fernando VI  puede ayudar a entender las vicisitudes de este matrimonio tan conocido. (Sig.: VI/212)

 

Visitas regias

San Isidro, gracias a sus milagros, virtudes y humildad, no sólo ha sido celebrado por el pueblo, sino que además ha sido objeto de veneración por numerosos monarcas a lo largo de los siglos.  En este post sobre San Isidro no puede faltar un ejemplar de la Real Biblioteca que, aún en su brevedad, da todas las claves de la relación de los sucesivos monarcas con el santo y sus reliquias: Bosquejo histórico de las piadosas visitas hechas por varios Monarcas y Personas Reales, al glorioso cuerpo de San Isidro … , de 1868. (Sig.: V/1522)

Desde el testimonio del rey Alfonso VIII, quien aseguró que San Isidro se le apareció y condujo al ejército en la batalla de las Navas de Tolosa, a Alfonso IX, que pagó cuatrocientos maravedís al alcalde de la villa de Madrid por sacar el cuerpo de santo en rogativa. Desde las repetidas visitas y cultos de los Reyes Católicos hasta Felipe II quien, al recuperar la salud gracias a la intercesión de San Isidro, erige la primera ermita en 1528 y pide al Papa Clemente VII la beatificación y canonización del santo. Desde Felipe III, quien de nuevo recupera la salud gracias al santo y asiste a la beatificación el 15 de mayo de 1620 con toda su familia, al propio Felipe V, primer borbón, “que obtuvo de la Santa Sede que el día de San Isidro fuese festivo de precepto en todos los Reinos y Señoríos de España”. Estos y muchos otros monarcas mostraron su devoción compartida por el pueblo.

 

Pero, sin duda, uno de los acontecimientos que unen indiscutiblemente a la monarquía con San Isidro es la curación de Felipe III, quien ya recuperado, entra a la ciudad de Madrid acompañado del cuerpo del santo en diciembre de 1619. Toda la población acudió a recibirles y así algunos, como la Condesa de Gondomar, lo recogieron en su correspondencia:

 

Devoción de un pueblo

El pueblo llano ensalzó y tuvo siempre como ejemplo e intercesor al santo. Esta devoción se muestra en uno de los documentos más esenciales, en este caso preservado en el Monasterio de las Descalzas Reales: el Propio de la Misa, en este caso de San Isidro (signatura: MD/H/17 (147). El Propio de la Misa es la parte variable de la liturgia romada de la Iglesia católica que cambia en cada fiesta, diferente del Ordinario de la Misa, parte constante en todas las celebraciones. En esta Missae propia, del 1626, se encuentran el Introito, el Gradual, el Ofertorio o la Comunión, cantos recogidos en el propio de las misas tridentinas.

 

Como vehículo de esta devoción, desde el siglo XIII ya se tienen noticias de la Cofradía de San Isidro, asentada sobre otra del Santísimo Sacramento, de la que San Isidro era hermano, que acabaron uniéndose en una sola con el nombre de Cofradía del Santísimo Sacramento y San Isidro Labrador en 1537. Un tiempo después, en 1751, el Cardenal Infante Luis, Arzobispo de Toledo y su hermano, Fernando VI, aprueban, ante la petición de los madrileños, las Constituciones de la Real Congregacion de Naturales de Madrid, instituida en honor de los... santos S. Damaso Papa, San Isidro Labrador y los demás santos naturales de ella, ... erigiéndola el 16 de mayo. De nuevo, se pone de manifiesto la intensa relación de la monarquía con el patrón madrileño y sus gentes, y así está recogida en el ejemplar de las Constituciones ubicado en la Real Biblioteca (Sig.: I/E/61), de tafilete marfil con superlibros de Carlos III.

 

Las gentes de a pie contaban con pequeños folletos encuadernados en rústica sobre la vida de este santo, para así poder crecer en su devoción. Entre otros, a continuación se ve una Vida del santo de 1847 (Sig.: C/XIX/36 (67)), con un precio de dos reales de vellón, lo que serían unos cincuenta céntimos de peseta. En esta pequeña obra, además de encontrarse una estampa policromada, se observan pequeños y delicados grabados xilográficos que acompañan esta lectura devota.

 

Por supuesto, además de conocer al santo, la devoción se vive a través de la oración, y por ello también existe un pequeño y delicado librito en octavo con la novena que se le reza al santo (Sig.: IX/4204 (3)). Una novena consiste en rezar nueve días por alguna intención especial, para prepararse para una solemnidad religiosa importante o para pedir la intercesión de un santo en concreto. Es este último caso el que nos atañe. En este ejemplar la novena está acompañada de un grabado xilográfico mostrando al santo como patrón de Madrid, de impresión posterior a 1732.

 

Himnos, odas y comedias

Siempre ha existido el anhelo de expresar con palabras bellas la admiración que profesamos por las grandes figuras de la historia. Así, muchos literatos, poetas y dramaturgos que no han querido dejar de lado a nuestro patrón. Entre ellos, no puede faltar la comedia escrita por Antonio Zamora, Comedia nueva. El luzero de Madrid, y divino labrador, San Isidro, que se extiende en 58 páginas y donde aparecen, no sólo el protagonista de esta historia, sino también su esposa Santa María de la Cabeza, el alcalde de Madrid o el demonio (Sig.: XIX/1498). Se presume que esta obra se pudo disfrutar en Madrid, especialmente durante las fiestas patronales. Otra mención necesaria es Isidro, de Lope de Vega, preservado en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid (MD/E/161).

 

Fiestas de San Isidro

La festividad de un santo siempre ha sido motivo de celebración y los primeros festejos de San Isidro ya datan del siglo XIV. De hecho, actualmente siguen gozando de gran participación, pero algunos quisieron dejar por escrito lo que transcurrió en ellas por su canonización en 1622, como por ejemplo Miguel de León en (Sig.: III/6474 (11)):

 

Aunque el que más destaca por su Relación de fiestas es el propio Lope de Vega, quien en el ejemplar custodiado en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, (Sig.: MD/C/183), da una descripción minuciosa del ornato con el que se vistió la villa para celebrar la canonización de San Isidro, junto con San Francisco Javier, San Ignacio de Loyoza, Santa Teresa de Jesús y San Felipe Neri.

 

La insigne villa de Madrid, Corte de España, ilustrissima por madre de Pontifices, Reyes, Capitanes, ingenios, sereno cielo, ayres puros, […], obligada a tantos beneficios como auia recebido por espacio de quinientos años de su diuino hijo Isidro, llamado comunmente el Labrador de Madrid, intentò su Canonización… Despues de largos discursos vencio el santo zelo de su Corregidor y Regimiento, …, se hicieron notables fiestas…

 

En Relacion de las fiestas que la insigne Villa de Madrid hizo en la canoniçacion de ... San Isidro, Lope de Vega nos describe la construcción de varias piramides donde se asentaban las figuras de estos santos, colocadas en varios puntos de la ciudad (la Puerta de Guadalajara, la calle Toledo, la plaza de la Cebada, etc), junto con las odas a ellos dedicados. Se añadieron nueve altares distribuidos por distintos templos de la capital y las diferentes colgaduras de las calles para celebrar tal ocasión. Misas, orquestas callejeras, danzas, obras teatrales sobre la vida del santo, procesiones, tramoyas, e incluso jardines de nueva factura; nada faltó para celebración tan grande. Como broche final, la noche de Madrid se envolvió de luz gracias a las luminarias que hicieron las delicias de todos.

 

Después de todo esto, solo queda vestirse un buen traje de chulapo o chulapa, peregrinar hasta la ermita, orar al santo, beber de las aguas de la fuente de San Isidro y marcarse un buen chotis, comiéndose una tonta o una lista.

                                                                                                                                   ¡VIVA SAN ISIDRO!